Los ríos de Oceanía son, en general, cortos y de escasa importancia; solo merecen destacarse los que avenan Australia y alguno de las islas más grandes. En la red hidrográfica australiana, bastante pobre debido a la fuerte evaporación y al escaso nivel de precipitación, solo son signos de mención los ríos Swan y Blackwood, en el sudoeste; Murchison y el Wooramel, en la costa occidental; el Victoria y el Daly, en la zona norte, y el sistema hidrográfico del Murria-Darling. El río Murria es el más caudaloso; nace en los Alpes australianos y, tras un largo recorrido en solitario, se une con el Darling por la orilla derecha para desembocar juntos en el océano Índico.
En el resto del continente, los únicos ríos de cierta importancia son el neocelandés Waikato, que discurre al noroeste de la isla Norte durante 425 kilómetros (de los cuales 150 son navegables), del que se obtiene importantes recursos hidroeléctricos; el Derwent y el Macquarie, de Tasmania, y el Fly, de Nueva Guinea, que a lo largo de los 1000 kilómetros de su recorrido ejerce de frontera natural entre Irian Jaya y Papúa Nueva Guinea.
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